Historias que no llevan a ninguna parte

Elisa Mariño
5 min readJan 14, 2020

--

No sé a vosotros, pero a mi estas regresiones a la adolescencia me dan vergüenza ajena. ¿Alguien les ha explicado que en la vida real no hay cheats?

La cosa había empezado bien pese a que entre unas cosas y otras al final nos quedamos sólo dos: mi amiga “la elegante” y yo. Era una de esas noches de verano en Madrid en las que hay más gente en la calle que en sus casas y en las que te desplazas de garito en garito sin terminar de decidirte por ninguno.

A mi amiga le gusta bailar bachata pero como sabe que a mi no me tira demasiado, terminamos recabando en el Penta. Para sus estándares, no estaba “demasiado” lleno. Eso significaba que aún se podía bailar y en eso estábamos cuando se nos acercaron dos tipos pasados la treintena. Mi amiga además de estilosa es muy guapa y baila bien, así que es normal que le entren tíos.

En este punto debo aclarar que yo no tenía ningún interés en ligar porque llevo con novio una buena temporada y lo que de verdad me apetecía era bailar, pero no quería joderle un potencial plan a mi amiga. Hasta ahí nada raro.

Pero entonces fue cuando la cosa se empezó a torcer.

— ¿Qué hay que hacer para ligar con tu amiga? — preguntó el tipo que se me había acercado a mi.

Le miré atónita, era como una regresión a la adolescencia. Como aquella fase del instituto en la que te llegaba uno y te decía “oye, a mi amigo le gusta tu amiga” y, por algún motivo, se negociaba entre los amigos si se liaban o no en lugar de decidirlo ellos solos. Y si ya era ridículo entonces, pasados los 30 rozaba lo delirante. Más o menos me repuse lo suficiente para responder lo obvio.

— Hablar con ella — Simple y de una lógica aplastante.

Vamos que con aquello yo ya daba por concluida la conversación y estaba más que dispuesta a seguir bailando tan feliz, pero no. El tipo me miró como si esa no fuera la respuesta correcta y repitió la pregunta. Le repetí la respuesta con un tono ligeramente más seco que, en mi cabeza, expresaba lo absurdo de preguntar eso con 30 años.

El tipo insistió con un rollo que no llevaba a ninguna parte sobre cómo mi amiga parecía muy “difícil” y más arisca (aunque usó otras palabras) pero que yo era “más maja”. Para los que no sepan leer entre líneas diré que difícil y arisca es sinónimo de que ella no tenía demasiado interés y que los tíos usan “maja” como sinónimo de “simpática pero fea”. Dicho de otro modo, había logrado insultar a mi amiga llamándola borde por no estar interesada en su amigo y a mi, todo en una, pero fingía que no lo había hecho.

Ese es el punto en el que, de normal, le habría mandado a la mierda. Pero mi amiga seguía hablando con su amigo y no quería ser una corta rollos. En su lugar, le respondí que mi amiga era simpática y ahí hubo otro tira y afloja en el que el tío insistía en que quería ligar con ella pero que se lo ponía difícil y que yo era más fácil, que si le podía ayudar y darle un consejo. Aquí, en el diccionario buitre de discoteca-español, diré que difícil significa estrecha y fácil puta. De nuevo, puñales para las dos sin venir a cuento y mis niveles de irritación aumentando.

Por si fuera poco, habían puesto Alaska, pero que no estaba bailando porque tenía que aguantarle a él. Así que le expliqué la situación tal y como la veía en lo que para mí, suponía completamente surrealista que con alguien más allá de los trece.

— Si quieres ligar con ella, ve y habla con ella, como tu amigo, que está claramente ligando con ella. Lo que creo es que le estás haciendo de wingman y que me consideras el batfactor y que tienes que entretenerme, pero no te preocupes, que no hace falta, me voy a bailar y listo.

Porque en caso de que no este claro, resulta que las chicas también tenemos acceso a internet. Y lo de “batfactor” era una forma no tan sutil de decirle que no se me habían escapado sus puñales.

Pensaréis que en este punto al menos tuvo la decencia de dejarme tranquila, ¿no? Pues no. A eso le siguió un intento bastante penoso de explicarme que, en realidad, él sí que quería ligar conmigo ¿Cómo, insultándome? ¿Insultando a mi amiga? ¿Qué especie de enajenación mental hay que tener para pensar que esa estrategia puede funcionar?

Aquí, ya si, le mande a la mierda. Con las cartas sobre la mesa por fin pude soltarle lo que pensaba: que pasaba de él como de la mierda y que no me gusta la gente que se mete con mis amigos. Considerando las circunstancias fui hasta suave.

Pero había algo en aquel sinsentido que seguía sin cuadrar, así que al día siguiente acudí a google. Y resulta que si, había una lógica en toda aquella imbecilidad. Por lo visto, en las web de gilipolleces alfaplastas donde se discuten tácticas de ligue, la última ocurrencia es “demostrar interés en la amiga para que te pongas celosa y compitas con ella por gustarle”. Ahí, ponen guiones enteros en donde la respuesta esperada de las chicas es la de alguien que esnifa pegamento y no coordina. Eso y cómo se supone que tienen que atacar nuestra autoestima para que estemos desesperadas por conseguir la aprobación del alfaplasta de turno.

El motivo por el cuál alguien que sea capaz de respirar y andar al mismo tiempo querría hacer algo así no está claro. Y aquí tengo algo que decir, si tu estrategia para ligar pasa por decirle a una chica que el vestido le queda bien porque le disimula los kilos, eres un futuro premio Darwin. Porque con lo que se va a quedar la chica es “me ha llamado gorda”. Y aunque no debería ser necesario explicarle a alguien con más de cuatro años esto, insultar a la chica que quieres follarte no es la mejor estrategia, aunque tengas una denegación plausible y lo quieras disfrazar de “cumplido”. Salvo daños neuronales o fetiche sexual, a nadie le gusta que le insulten, así no me extraña que no liguen.

Por si os lo preguntáis, el amigo tampoco pillo. Sospecho que por cretino, porque había empezado con papeletas. Y luego se quejarán de feminazis. Menos mal que los alfaplastas no son la norma o ya nos habríamos extinguido por tontos.

--

--

Elisa Mariño
Elisa Mariño

Written by Elisa Mariño

Fiction is the art to tell lies to show truths. Politics is the art to use truths to tell lies.

Responses (2)