Madrid Canalla

Elisa Mariño
3 min readSep 2, 2020

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Foto de Agustín Mariño

Los que vivimos en Madrid sabemos que Madrid no es una, sino muchas. A mi me gusta Madrid y cuando lo digo hay quien me mira con alucine, porque Madrid, es una ciudad asediada por el tráfico, donde algunos barrios son una carrera de obstáculos de zanjas y basura que la contrata de turno no ve rentable recoger.

Madrid tiene una burbuja de aire sucio entre gris y marrón que en los días de verano puede verse cuando tomas alguna de las múltiples carreteras por las que miles de coches sufren con estoicismo el atasco de ir a trabajar. Y es que muchos madrileños no viven en Madrid, si no fuera, porque vivir en “la almendra” está fuera del alcance de muchos bolsillos.

Todo eso es cierto, pero Madrid es una ciudad que está viva. Para quien le guste pasear y perderse siempre hay algo nuevo. Y es curioso, porque algunas de las mejores cosas de Madrid son criticadas por la gente de meñiques estirados, los que dicen cosas como “bohemio chic” o no conciben las cañas un martes.

Y ahí está el problema, para ellos Madrid es otro. Les gusta fingir que su cielo es azul o que la terraza chill out a 10 euros la cerveza es el único modo de vivirla. Y arrugan la nariz cuando hablas de las tascas de toda la vida con cañas a 80 céntimos y tapas más bien malas pero baratas. O del local cutre que han reformado con muebles “vintage”, osea, viejos, pero en el que puedes hundirte en un sofá para disfrutar de un cubata y una tarta. Si, a la vez.

Se les pone cara higo cuando dices que te fuiste de terraceo por lavapiés y cenaste en hindú, pediste tu cubo de cerveza más abajo y luego bailaste vete a saber qué porque llega un momento en el que la compañía es más importante que la música.

Los que no entienden que aquel barrio que estaba en las últimas y se moría con la mitad de los comercios cerrados, ahora tiene una segunda vida con tiendas hipster de banderas arcoíris, restaurantes peruanos con un ceviche que te mueres y talleres de percusión gratuitos en edificios ruinosos.

Ni que decir que ante las palabras gratis o barato reaccionan como Vampiros ante el ajo y las cruces. Todo eso es sucio, basura, estercoleros. No ven la creatividad en un graffiti si no está firmado por Banksy, ni aprecian la grandeza de poder pedirte croquetas, tacos y sushi en la misma noche, de bailar con desconocidos a los que no volverás a ver.

O si.

Hay un Madrid de los “Yo no soy pero” y luego hay otro de gatos callejeros, a los que no les importa ni el gris, ni el pardo porque se comen la vida a mordiscos y disfrutan con todo. Ese Madrid no sale ni saldrá en instagram. Ese es el Madrid Canalla, el que solo mola si le pones la etiqueta de “la movida” y lo dejas bien tranquilo en el pasado, que no se te revuelva.

Y ese, precisamente ese, es el Madrid que me gusta. No esperéis 40 años para apreciarlo.

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Elisa Mariño
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Written by Elisa Mariño

Fiction is the art to tell lies to show truths. Politics is the art to use truths to tell lies.

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